Amorismo en Irán
Recién había empezado el ramadán cuando conocí Irán. Durante este mes: cuando se queman los pecados, se ayuna durante las horas de sol y, en este país, regido por la sharía, está prohibido comer en el día durante el viaje de la novena luna; aunque, el mismo Corán contempla excepciones, una de ellas para el que viaja.
Y cuando digo que está prohibido comer durante el día en ramadán, no me refiero a que está mal visto o, como en otros países musulmanes, es incorrecto, no; sino que la policía de la moral (solo al servicio de que se respete la ley islámica) te detiene, te multa y, según el caso, puede ir más allá. Claro que no es lo mismo la represión que existe en la actualidad comparada con la de la década de los ochenta, es verdad que ahora se hace la vista gorda muchas veces y que la hiyab ya es un adorno en el cabello de las mujeres, de hecho está a la vista la diferencia generacional. Sin embargo, la policía de la moral sigue vigente, y si quiere opera de acuerdo a la ley.
De Turquía salí por Gurbulak, un coche con tres kurdos me alcanzó a la frontera y de allí, enseguida, otro coche frenó y me ofreció llevarme a Maku. Apenas llegué escuché el adhan, ese susurro al oído que te llega al corazón y que, no es más que la llamada al salat: la bendita oración. En Irán (chiíta), esta invitación se da tres veces al día, para los sunnitas son cinco; lo cierto es que, el cuerpo se estremece como si se entrara a una dimensión en la que solo cabe Dios.
Una vez en Tabriz, paso obligado de la Ruta de la Seda, llegué al paraíso azerí: Kandovan; para luego perderme entre el lago Urmia y los arrozales que bordean el mar Caspio y de allí a la bella Masouleh, donde tu piso es mi techo, en un ascenso a lo más sagrado.
Montañas Agri – Frontera con Turquía. Territorio de los azeríes- El Azerbaiyán.
Parque Shah Golu – Tabriz
El Grand Bazar de Tabriz
Kandovan – La Capadoccia azerí
Azeríes de Kandovan
El lago Urmia – Azerbaiyán occidental
El lago Urmia – Azerbaiyán occidental
Arrozales del mar Caspio. Khoman
Arrozales del mar Caspio. Khoman
Masouleh. Irán
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Conocí la Irán más underground en Isfahan y bajo sus míticos puentes, suspendidos sobre un rio ya muy seco, quedé impresionada con la gente que, de manera espontánea, hace música debajo del Khaju, convirtiendo lo profano en una orquesta divina.
Musicos debajo del puente Khaju – Esfahan
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Ya después, no ansiaba otra cosa que conocer «las torres del silencio» de una zoroastriana Yazd, para, a partir de una ceremonia fúnebre, terminar en el Atashkadeh, donde aún se mantiene el fuego sagrado que tanto adoran los seguidores de Zaratustra.
Atashkadeh. Templo del Fuego. Yazd. Irán.
Cham, Yazd- Irán
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Y alcanzaba el desierto. De Yazd llegaba a Shahre E Babak, a Bandar Abbás y una vez aquí, me tiré de cabeza para bucear el primogénito golfo Pérsico desde donde los Apkalu ascendían desde el Apsu para entremezclarse con la gente.
Ya en sus orillas, no me podía quedar parada, sin más, y lo navegué. Llegué a la inexplicable isla Hormuz y simplemente no podía creer lo que estaba viendo. La arena se entremezclaba entre rojos, turquesas, verdes, anaranjados, negros y blancos, en un suelo de cien mil colores que se perdían en una mar de cien mil azules.
Isla Hormuz – Golfo Pérsico. Irán.
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